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No somos nuestros padres – Reflexión sobre los problemas familiares

¿Por qué es tan complicado hablar de lo familiar? ¿Cómo se relaciona el deseo y el poder entre la relación de los padres con los hijos?
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Nuestros padres

¿Por qué es tan complicado hablar de lo familiar? ¿Cómo se relaciona el deseo y el poder entre la relación de los padres con los hijos? Aquí te compartimos una gran reflexión.

Cuando los padres viven a través de los hijos

Al escuchar los discursos de las personas con respecto a sus padres, muchas veces  hay comentarios impregnados de temor por la posibilidad existente de ser como ellos cuando de hijos se trata; impotencia al sentir que no existe la oportunidad de otro porvenir, porque su entorno se encarga de recalcar que si se viene de un camino, el de uno mismo será y debe ser igual;  pesar de cargar con los errores que ellos cometieron, como si se hubiera firmado un “acuerdo familiar”; sentirse insuficiente como profesional ante la gran vara que ellos representan; o insignificante ante las percepciones que a veces se tienen de ellos, pensando que uno jamás podrá alcanzar esos estándares de excelencia y maravillosidad.

Así como estás maneras de pensar y sentirnos hacía con nuestros progenitores, existen muchas otras, sin embargo, dos connotaciones que siempre prevalecen son: no desear y no poder. 

Es demasiado extenso, por ende, complicado hablar de lo familiar porque se puede abordar desde diferentes aspectos psicológicos, dando pie a diferentes respuestas o incluso incógnitas del tema, sin embargo, quisiera enfocarme en el no desear y no poder, específicamente. 

No deseo y no puedo 

El “no desear” está cargado de una perspectiva e idea negativa hacia los padres. No desear tener los mismos vicios, ni el mismo carácter, tampoco cometer los mismos errores o seguir el mismo camino, ni desear tener la misma mentalidad…y así un sin fin de disgustos alrededor del tema. 

En cambio, el “no poder” se presenta cuando tenemos una idea más “positiva” que la anterior. Jamás podré ser tan buen profesional como ellos, ni tan bueno como ellos como para mínimo llegarle a los talones; “quisiera estudiar ___ pero no puedo defraudar el deseo que tienen para mi”; “quisiera dedicarme a ___ y poner mi propio negocio pero no puedo abandonar el negocio familiar”; y así como estos escenarios, existen muchos más.

En ambas se ve al otro como el punto de partida, el punto de comparación y aunque hasta cierto grado es válido, pues son las personas que pusieron los primeros peldaños de lo que hoy somos; en ocasiones terminamos atrapados en sus sueños, sus éxitos y en sus equivocaciones

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Olvidamos que no somos nuestros padres

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Olvidamos que somos individuos y tenemos derecho a trazar nuestro propio camino, cometer nuestros propios errores y forjar nuestros propios éxitos y metas. Ignoramos que podemos ser alguien fuera del ámbito familiar, pues al vivir de ellos durante mucho tiempo, negamos en nuestra mente y existencia que en algún momento podremos hacerlo solos porque ya tenemos la capacidad para hacerlo.

Olvidamos que no somos ellos, somos nosotros y aunque suene extraño o lógico, es común que ocurra. Pensamos que nos convertiremos en ellos eventualmente, sin pensar qué nuestros padres son el resultado de otros padres, otro contexto y otra historia. Por supuesto que habrá aspectos aprendidos, eso es innegable, pero el ser humano no es sólo lo aprendido o la genética, sino también es libre albedrío y conciencia, no obstante, estos dos últimos factores los olvidamos cuando los comparamos con los otros dos anteriores.

Perdemos de vista que somos capaces cuando nos deslumbramos con sus éxitos y no dudo que hayan o sigan siendo grandes logros; el problema es cuando el deslumbramiento oculta en su interior el sentimiento de insignificancia hacia nuestra persona, habilidades y herramientas. Llevándonos, en ocasiones, a no intentar y quedarnos con la duda, antes que comprobar que no lograremos lo mismo.

¿Por qué tendríamos que lograr lo mismo?

O en su defecto ¿Por qué tendríamos que vivir lo mismo? No somos nuestros padres ni nuestros hijos serán nosotros. Cuando uno empieza a trabajar sobre sí mismo, no hay manera alguna de repetir los errores de otros, como tampoco se está esperando pavimentar donde ya se pavimentó anteriormente.

Trabajar sobre uno mismo es trabajar sobre un lienzo completamente en blanco, el cual permite crear una obra de arte diferente a las que ya estaba trazada y también da pie a la total apertura de permitir a las generaciones siguientes plasmar su propio arte en un nuevo lienzo en blanco.


Ilustración y texto realizados por Elí Ganem

Elí Ganem es mexico-libanesa y tiene 27 años. Es Licenciada en Dirección de Arte  por Miami Ad School (México-Madrid) y Acupunturista y MCIsta Cuálico Integrativa. Actualmente estudia la Licenciatura en Psicología por el Centro Eleia. Asimismo cuenta con un diplomado en “Femenino – Masculino”, por el Centro Eleia. Es una apasionada en el Psicoanálisis, la Mente Criminal, las Leyes, la Arquitectura, el Diseño, el Arte, y los árboles. Pinta desde hace 10 años por lo cual busca implementar el arte y la psicología en sus actividades. Desea ser una psicoanalista integral.

Contacto

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